28 de octubre de 2014

SIN MANUAL DE INSTRUCCIONES



En mi primera revisión después de nacer mi hija mayor, le pregunté al ginecólogo, albergando una pequeña esperanza, dónde se había dejado el manual de instrucciones. Lo que me temía... no venía con la criatura. De eso hace más de 19 años, y aún no he terminado de aprender, y creo que no terminaré nunca ¿Os suena esto?.

No me importa hacer cosas mal, cometer errores; creo que me ayuda a aprender y mejorar, pero en esto de la maternidad, sí que me dan miedo ciertas equivocaciones. 

Siempre he pretendido que mis hijas fueran independientes, atrevidas, capaces de enfrentarse al mundo con buen humor, buenas personas y, sobre todo, FELICES (así, con mayúsculas). 

No me considero mala madre, pero sé que meto la pata infinidad de veces y que peco de exigente y quejica en muchas ocasiones. Y ¿Sabéis una cosa? Tengo miedo, mucho miedo de haberme equivocado y equivocarme en cosas tan importantes, que puedan influir en sus vidas negativamente. No sé si ese miedo es racional, ni bueno, pero lo cierto es que está ahí.

Veo a madres y padres tan pendientes y dedicados a sus hijos, que siento que me quedo corta en ese aspecto. Así que la eterna duda de ¿Lo estaré haciendo bien?, me acompaña y a veces me martiriza.

Difícil, muy difícil trabajo este de ser padres ¿No os parece?